Cuando mi padre era pequeño, cuenta que en Madrid no había servicio de recogida de basuras. Al parecer unos señores llamados traperos venían por las casas e iban recogiendo los desperdicios que las familias generaban. En aquella época de la postguerra había mucha necesidad y los desperdicios no debían ser demasiados.
Al parecer estos señores, “traperos” creo que los llamaba mi padre venían con carritos de mano o tirados por caballerías. Se llevaban todo a unas campas y allí lo clasificaban. El orgánico lo daban de comer a los cerdos y demás animales que tenían, los trapos, chatarras y maderas las vendían. En aquella época, según mi padre, no había plásticos y eso facilitaba mucho el tema del reciclado.
Esta recogida la hacían de forma gratuita y sin pedir dinero. Una vez al año, normalmente en Navidad, estos mismos individuos regalaban una cacerola o algún otro cacharro de cocina a las amas de casa,…
… Es muy probable que esto que cuente esté plagado de incorrecciones y probablemente es incluso posible que las nieblas del pasado transmito de forma oral me hayan jugado una mala pasada y todo aquello nunca haya existido. Pero, ¿y si no fuera así?, y si esos hombres sí que hubieran existido. Y si realmente nuestra sociedad del “bienestar” no hubiera hecho sino caminar hacia el “malestar”.
Sería triste que 60 años después estuviésemos luchando por llegar a cuotas de recogida, valorización, reciclado, etc, que no llegan ni a la mitad de lo que antes hacían unos señores, como quien dice, por amor al arte.
Ahora vivimos instalados en una cultura del consumo, el post-consumo y el supra-consumo. Las cosas se tiran, no porque no funcionen sino porque “he cambiado la cocina”, “me han regalado un móvil nuevo”, o “es que este ordenador era muy lento (aunque en realidad fuese tan rápido/lento como siempre)”… Hasta los coches se tiran antes.
… antes… cualquiera diría que tengo 200 años y cuento batallitas como los abuelos. Pero lo cierto es que antes la sociedad era otra(tal vez menos hipócrita) y existía una clase de hombres dedicados, de forma silenciosa a hacer una labor que no tenia precio (y que hoy, por cierto, nos sale muy cara).
¿Existieron realmente alguna vez aquellos hombres?, o tal vez nuestra imaginación colectiva los inventó. Y si existieron ¿existen aún?…
…tal vez si existan pero sean invisibles a nuestros sensibles ojos. Tal vez sí, sigan recorriendo las calles con sus carritos de forma pausada y silenciosa y recojan aquello que nosotros tiramos… y que todavía sirve.
… le debemos tanto a esos hombre invisibles …
Fuente: Revista FER Nº 119 A.R. de Sanabria
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